Dolor crónico y cerebro ¡Tú no eres tú cerebro!!

31.01.2023

En la anterior publicación te conté de una manera muy sencilla cómo la neurociencia explica el dolor crónico y los síntomas de la fibromialgia. Aunque en posteriores publicaciones intentaré profundizar más en todo esto, hoy quiero darte algunas pinceladas de cómo se puede revertir todo esto para que tu cerebro de alguna manera deje de comportarse como si estuviera todo el rato amenazado y/o enfermo cuando no es así. Vamos a intentar que tu cerebro salga de su ERROR EVALUATIVO...

En general, tenemos tendencia a atribuirnos a nosotros mismos, a nuestro propio yo, funciones del cerebro. Por ejemplo, decimos: yo me muevo, yo hago la digestión... Realmente si tuviéramos que hacer todo eso, no nos daría tiempo a vivir, porque tendríamos que estar constantemente atendiendo a todas las informaciones que nos vendrían de todas las partes del cuerpo, de cada músculo, de cada ligamento, cada víscera y tendríamos que estar constantemente evaluando, interpretando, viendo que está pasando.

Además, también tendríamos que estar pendientes de toda la información de fuera y no nos daría tiempo a realizar cualquier otra cosa. Y por eso es muy importante para entender todo este proceso, que seas capaz de diferenciar entre el cerebro y tu: Tú no te mueves realmente, tú eres la que quieres hacer cosas, pero es tu cerebro el que te mueve, ya que, si tu tuvieras que organizar el movimiento, por ejemplo, para dar un paso o coger un boli, igual te pasabas un montón de años calculando trayectorias, viendo cual sería el patrón de movimiento más eficiente y saber un montón de matemáticas y de física para poder y saber realizar esos movimientos.

Así que está claro que tú no eres la que lo hace, el que lo realiza es tu cerebro. La prueba está por ejemplo en que, si tuvieras una lesión en el cerebro, por ejemplo, te diera un ictus, por mucho que tu quisieras coger el boli, el cerebro no te va a organizar ese movimiento, porque está lesionado, y no lo vas a poder hacer.

Por lo tanto, nosotros somos conscientes de alguna manera de nuestros pensamientos, percepciones, emociones, recuerdos, conductas, sensaciones, sentimientos, etc. Pero luego están dentro de nosotros un montón de procesos, ¡miles de procesos de los cuales no somos conscientes! Y menos mal que no lo somos porque si no nuestra vida sería terrible ya que sería imposible estar pendientes, de todos ellos.

Para eso está nuestro cerebro, que es el que organiza el movimiento. El cerebro organiza la función de cada uno de nuestros órganos y el cerebro organiza nuestras respuestas ante determinados peligros y solo si el cerebro considera que tenemos que tomar conciencia de algo para que tomemos determinada acción, en el caso del dolor, para inmovilizar la zona, por ejemplo, entonces es cuando nos va a hacer conscientes. Pero no eres tú la que decide tener dolor, el dolor te ha venido dado por ese funcionamiento del sistema, del cerebro.

Por lo tanto, es fundamental diferenciar lo que es el cerebro de lo que es el individuo. Tenemos la idea de que lo que nos hace personas es el cerebro, y es cierto. Pero el cerebro, como hemos visto, es una compleja estructura con una capacidad enorme, en la que la actividad consciente, la conciencia, ocupa una mínima parte.

Sin cerebro no hay yo, pero cuando te hablo de tu cerebro no estoy responsabilizándote de lo que tu cerebro decide: no es el individuo el que decide tener dolor o cansancio, es su cerebro el responsable.

Por lo tanto "tu cerebro no eres tú". Pero tú si eres quien conscientemente puedes valorar la situación e intentar dotar a tu cerebro de los conocimientos adecuados, las reflexiones oportunas para tomar las decisiones conscientes. Pero los programas de dolor y enfermedad son de tu cerebro.

Pero esto puede ser de alguna manera reversible ya que hay evidencias cada vez más estudiadas en Neurociencia, de que una mayor conciencia del cuerpo y de cómo funciona puede ser una buena manera de reducir el dolor.

Pero entonces, ¿cómo desactivar ese patrón de protección o enfermedad de nuestro cerebro?

¿Podemos actuar voluntaria y conscientemente sobre esos movimientos o esas posturas de protección cuando no tenemos que protegernos de nada ya que no hay lesión? La respuesta es sí.

En realidad, cada vez que normalizamos nuestros movimientos y nuestras posturas, le estamos diciendo a nuestro cerebro que no pasa nada, que está confundido y que no hay nada que proteger, que nuestros músculos, ligamentos, articulaciones, huesos, etc.. no están lesionados. Sin embargo, cuando evitamos movimientos, le estamos dando la razón y así seguirá en modo protección y por lo tanto nos seguirá enviando síntomas y dolor.

Pero ¿cómo puedes ir poco a poco sacando a tu cerebro de su error?

1º Tienes que aprender a aflojar, suavizar, soltar. (Busca en el apartado Audios/Vídeos del blog, porque ahí tienes relajaciones, visualizaciones y meditaciones especiales para ello)

2º Realiza movimientos y posturas normalizadas; ya sabes que no hay lesión por lo que intenta no tener miedo al dolor. La función del dolor es proteger determinada zona que tu cerebro cree que está enferma o lesionada, ahora ya sabes que no es así.

3º Desfragilízate sintiendo que tu cuerpo está razonablemente sano y que eres más fuerte de lo que te crees.

4º Deja de pensar como peligrosas las actividades de la vida diaria. Ve exponiéndote poco a poco y trata de que tu vida sea lo más normal posible. Siempre poco a poco y cuando te sientas preparada realmente ya que, si no lo estás, podrías causar un brote y eso es lo último que pretendemos.

5º Si vamos cambiando esas creencias limitantes, también cambiaremos poco a poco los mapas neuronales de protección de nuestro cerebro; en estados de dolor crónico, toda la información, las creencias, los aprendizajes... generan una serie de conexiones neuronales. La buena noticia es que estas conexiones están en continuo cambio y se pueden modificar.

En definitiva, debemos saber que nuestra situación puede ser reversible y que con trabajo, perspectiva y voluntad se le puede dar la vuelta a la situación o al menos tener una mejora importante, como es mi caso. Las conexiones que nuestro cerebro ha ido generando pueden cambiar gracias a la información y el cambio de creencias. Una vez que lo sabemos y lo comprendemos a través de la propia experiencia ya no podemos negarlo. Este será un proceso progresivo más o menos rápido hacia el cambio.

Ahora quiero que te plantees unas preguntas para que te hagas consciente de tu cuerpo y de tus propias autolimitaciones ya que, nos movemos en el cuerpo que "creemos" tener y no en el cuerpo que "realmente" tenemos. Es clave que te respondas a las siguientes preguntas:

- ¿Cómo imaginas el lugar que te duele?

- ¿Hay lesión?

- ¿Te puedes lesionar por moverte?

- ¿Realmente esa actividad que constantemente estás evitando hacer porque consideras agotadora es realmente tan agotadora?

- ¿Crees que esa actividad te va a enfermar?

Si no hay lesión por ninguna parte, si músculos, tendones, articulaciones... están bien, es absurdo que un simple movimiento de cualquier parte del cuerpo conlleve dolor. Es absurdo que el cerebro penalice cualquier movimiento intentando que te muevas lo menos posible, simplemente porque valora amenaza de peligro para los tejidos en el movimiento.

Si conseguimos que se instaure un patrón normalizado de postura y movimiento estaremos interviniendo sobre el dolor y el dolor irá disminuyendo y si todo va bien poco a poco cesará.

Entiendo que todo esto en principio te resulte sorprendente, incluso chocante, esta información desde luego no es la que habitualmente recibimos de los especialistas, incluso de los fisioterapeutas. Pero todo esto no me lo estoy inventando yo. Este enfoque sobre el dolor crónico y otros síntomas, sin explicación médica, como es el caso de diagnósticos como la fibromialgia, viene de la Neurociencia y son estudios muy recientes, que muchos sanitarios aún no han actualizado y que por lo tanto desconocen. Por fortuna cada vez hay más que los tienen en cuenta, sobre todo los fisioterapeutas, aunque todavía falta mucho...

Te recomiendo que indagues por internet sobre "EDUCACIÓN EN NEUROCIENCIA DEL DOLOR" que ya hay mucha información sobre ello.

Así que ya sabes, ve quitándote el miedo a moverte y a realizar esas actividades que te gustan y que has dejado de hacer por miedo al dolor. Ve muy poco a poco exponiéndote a ello, con cuidado y desde la convicción de que tu dolor no tiene sentido de ser y con el objetivo de sacar a tu cerebro de su "error evaluativo" ¡Mucho ánimo y muy poquito a poco!