Fibromialgia y cómo gestionar tus emociones

23.02.2023

Cuando queremos recuperar nuestra salud es necesario que nos cuestionemos profundamente nuestro estilo de vida, así como ciertos paradigmas y creencias personales y sociales. Esto al principio puede ser un proceso difícil y a veces incluso doloroso. Pero luego se convierte en el inicio de una realización personal sin precedentes para nosotros. Este proceso nos va a ayudar a conocernos y a crecer como personas, lo que va a repercutir directamente en todos los aspectos de nuestra vida, incluida nuestra salud...

Es fundamental en nuestra situación atender e integrar las leyes naturales de nuestra propia vida. Hoy te enseñaré más recursos para identificar esas necesidades vitales sin cubrir, para eliminar hábitos negativos para tu organismo y cómo incorporar hábitos más saludables en tu día a día.

Evidentemente lo primero va a ser que empieces a cuestionarte tu estilo de vida, tus ideas y creencias y que te plantees ir realizando poco a poco cambios en las diferentes áreas que consideres necesarias, como: dieta, descanso, ejercicio, reducción de tóxicos, estrés, relaciones con tu entorno familiar y social, aceptación de lo que no depende de ti, expresión de las emociones, creencias y pensamientos erróneos y limitantes, proyectos de vida alineados con tu esencia... etc.

Pablo D'ors, (escritor y sacerdote, defensor de la meditación como herramienta para el autoconocimiento) dice que: "Si no te miras, no te puedes conocer, si no te puedes conocer, no te puedes observar, sino te puedes observar, no te puedes amar y si no te puedes amar, no puedes amar a los demás". Estoy segura de que D'ors, con esta frase no hablaba de un amor hacia nosotros mismos desde el narcisismo, sino que habla de una autoobservación necesaria para conocernos y así poder seguir desarrollándonos y creciendo, siendo ésta la mejor manera de poder ofrecer a los demás la mejor versión de nosotros mismos.

Por ello es importante que sepas mantener una mente abierta y que empieces a entender qué es lo que pasa en tu organismo cuando no cuidas o no sabes atender sus necesidades.

Para eso es fundamental que primero entiendas qué le pasa a tu cuerpo cuando tienes una emoción fuerte o te estresas:

Cuando tenemos una emoción fuerte, impactante, negativa como un susto un conflicto o algo nos sienta mal o simplemente estamos estresados, hay una zona en el cerebro, la amígdala, que es como una almendra que está en el centro de nuestra cabeza más o menos. Esta amígdala es la parte más involucrada en los temas emocionales. Ante situaciones como las de antes, esta amígdala tiene la capacidad de secuestrar, bloquear, a la zona del cerebro que se encarga de los procesos mentales, de la memoria, de nuestras capacidades cognitivas, pero también se encarga del control de nuestra conducta y del control de las emociones. Esta zona es la corteza cerebral. Mientras la amígdala tiene secuestrada a la corteza cerebral, nosotros solamente podemos procesar y por lo tanto tomar conciencia de la información que da la razón a la amígdala. Es decir, si yo estoy enfadada contigo, la amígdala sólo va a manejar recuerdos de todas las veces que me has fallado y entonces activa la rumiación: "Porque me hizo esto y aquello, y me acuerdo de esa vez que..." Y cuando por lo que sea nos viene algún recuerdo como: "Mira, que no, que en el fondo es buena gente, que aquello fue un mal momento que tenía..." La amígdala automáticamente bloquea ese pensamiento.

Lo mismo nos pasa con el dolor: Si nosotras habitualmente por nuestra experiencia de dolor casi continuo, estamos en un estado emocional negativo, con emociones de frustración, enfado con la vida, agotamiento emocional, etc. (cada cual lo vivirá a su manera) y además pendientes casi todo el tiempo de todo lo que nos duele, nuestra amígdala se encarga de que constantemente mantengamos y alimentemos esas emociones de victimismo, indefensión, rabia, frustración o la emoción que tenga cada cual. Y eso hace que nuestro pensamiento, sin que nos demos siquiera cuenta, esté la mayoría del tiempo en un estado de rumiación, lo que alimenta todavía más esas emociones negativas.

A parte de la rumiación, otro de los mayores obstáculos que se nos presenta a las padecientes de fibromialgia, es la aceptación de la enfermedad, y el miedo a que nunca se nos pase. Estamos deseando que se nos pase lo más rápido posible y nos solemos frustrar y enfadar. Yo personalmente, entraba en una espiral de búsqueda para ver qué es lo que había causado el brote; que si lo que había comido o bebido, que si el enfado con alguien, que si porque no estaba haciendo lo suficiente... Y entraba en una espiral de autocrítica e incluso en ocasiones de culpabilidad. Era frustrante y además lo único que hacía era crear todavía más malestar físico, más estrés y dolor. Estaba inconscientemente, reforzando mi dolor, estaba dándole la razón a mi cerebro. Pero lo peor de todo es que con esa actitud, lo que hacía es que estaba alimentando que mi cerebro activara cada vez más los mecanismos de protección y que eso se convirtiera en una historia interminable y que se retroalimentaba.

Cuando comencé a tomar conciencia de todo esto, también percibí que la energía sigue al pensamiento, me explico: si mi pensamiento es frecuentemente negativo, en mi vida habrá siempre una tendencia a lo negativo. Si mis pensamientos están en el dolor, atraeré más sensaciones de dolor. Si me revuelco en el miedo, viviré detectando mil amenazas... Aquello en lo que pensamos habitualmente, colorea nuestra experiencia de cada día.

Como ya te voy explicando en mis publicaciones, sabemos, y la ciencia nos lo confirma, que a través de nuestros hábitos y a través de la intención, podemos transformar nuestro propio cerebro, ya que esos hábitos van a esculpir y a crear nuevas conexiones entre nuestras neuronas y estas conexiones van a ser al final las que ofrezcan datos e información a nuestro cerebro para que al final vaya tomando decisiones que van a repercutir directamente en nuestras vidas, en nuestra realidad.

Por otra parte, también se sabe que nuestra realidad es aquello a lo que yo presto atención. Todos somos narradores de nuestra propia vida. Existen mecanismos neuronales que intervienen en nuestro propio diálogo interior, en nuestros pensamientos, sin que nosotros lo busquemos, es algo de lo que en principio no tenemos control, se activa por sí solo.

Se ha comprobado que ese diálogo interior es en un 70% autobiográfico, es decir; soy yo contándome cosas, siendo yo la protagonista. Se supone que la función de ese diálogo es la de reforzar la idea que yo tengo de mí misma. En el caso de nosotras, las personas que padecemos fibromialgia, en general, pasamos mucho tiempo en ese diálogo interior, en esa idea del yo, reforzando inconscientemente la idea de persona enferma, limitada, etc.... Esto como ya sabemos, repito es totalmente inconsciente, ya que nuestro cerebro, y a estas alturas ya lo deberíamos tener muy claro, se está basando en informaciones más o menos tóxicas que recibimos, en creencias no realistas y demás informaciones que son las que dan por resultado esa imagen autobiográfica, que ahora ya sabemos que no es la realidad. Nuestro organismo está sano y es el error evaluativo de nuestro sistema, de nuestro cerebro, el que está errado.

Bueno, entonces ¿qué podemos hacer cuando nos demos cuenta de que estamos en un estado de rumiación y estamos a merced de nuestra amígdala? Una de las formas de callar la amígdala es, por ejemplo, centrarnos en las sensaciones del cuerpo, en nuestro caso centrarnos en relajar el cuerpo en general o si hay dolor fuerte, relajar esa zona, ese dolor. A mí me funcionaba muy bien una vez relajada sonreírle al dolor y mantener la atención, no en el dolor, sino en la sensación de relajación y de alivio. En general, es más fácil coordinar lo corporal que lo mental, incluso para nosotras. Si en esos momentos de rumiación, bajamos la atención a nuestro cuerpo, a sus sensaciones, automáticamente la acción de la amígdala baja.

Otra forma también que funciona estupendamente es practicar regularmente la meditación. Se ha comprobado que practicándola se refuerza y crece la corteza frontal y eso hace que la amígdala tenga menos capacidad de secuestrarla, lo que nos va a hacer más conscientes de todas esas reacciones emocionales.

Dicho todo esto quiero comentaros una cosa que, a mí al principio, cuando empecé a poner en práctica todo esto me pasaba; y es que muchas veces me empecinaba en reprimir algún pensamiento y entraba en una lucha que lo único que conseguía era reforzar más y más ese pensamiento. Nuestro cerebro siempre gana cuando mantenemos una lucha con él, os lo digo por experiencia y porque está demostrado que es así siempre.

Afortunadamente ya he aprendido a observarlo sin enfadarme, sin obsesionarme, simplemente lo observo, sin pensar en nada, sin entrar en el bucle y os aseguro que esa es la única manera que ese pensamiento va a perder fuerza. Por eso la práctica del Mindfulness ha sido y está siendo tan fundamental a la hora de afrontar este reto de sacar a mi cerebro de su error.

Una vez visto el enfoque de la gestión emocional en relación con la Neurociencia, en la siguiente publicación me gustaría que nos centráramos en cómo podemos gestionar nuestras emociones con relación a la fibromialgia. Así que te invito a que la leas o escuches porque te ofreceré estrategias para que poco a poco tomes conciencia de esas emociones producidas por el dolor persistente y de las que muchas veces no somos conscientes, lo que se traduce en más estrés y dolor.