Parte 9 - ¿Y tú cómo llevas lo del estrés?

14.07.2023

¿Qué te viene a la cabeza cuando oyes la palabra estrés? ¿Sabías que gracias al estrés somos capaces de movernos y de levantamos todas las mañanas?

El estrés es una función fisiológica necesaria para la vida. Claro que no es lo mismo un estrés agudo, es decir con picos en desterminadas situaciones biológicas diarias, que uno mantenido en el tiempo durante todo el día y día tras día.

Por un lado, tenemos el estrés bueno, que no es más que esa química interior que se activa para tu supervivencia y que te va a proporcionar esa energía que necesitas para ir a la nevera a por comida cuando tu organismo necesita glucosa. O bien si hay una amenaza inminente te dará la energía que necesitas para correr o moverte rápidamente en caso necesario.

Se ha comprobado que el pico de cortisol en un organismo equilibrado ocurre por la mañana y va bajando durante el día para que al llegar la noche podamos conciliar el sueño.

En la fibromialgia, no funciona así puesto que nuestro sistema central está sensibilizado y por lo tanto esos picos de cortisol no están regulados y pueden aparecer en cualquier momento o simplemente no aparecer y tengamos cero energía durante todo el día.

Cuando el cortisol cumple correctamente su función, es estupendo para tu cuerpo, porque te permite adaptarte a las demandas tanto internas como externas a ti. Incluso ayuda al sistema inmune a ser más efectivo; nos ayuda a mantener a raya a virus y bacterias gracias a que, mediante el estrés, nuestro organismo va a poder adaptarse a las necesidades del medio permitiendo que podamos defendernos y neutralizarlos.

Pero también tenemos por desgracia la otra cara del estrés que es el estrés mantenido en el tiempo o lo que denominan estrés crónico.

Cuando el estrés es continuado, se produce un exceso de cortisol que termina perjudicando a todo el sistema y que no permite tener la energía suficiente. Y aunque, cada organismo es un mundo, por lo general lo que ocurre es que, de alguna manera, poco a poco dejamos de tener cortisol, o lo tenemos, pero en niveles muy bajos. Suele suceder cuando hemos estado durante mucho tiempo con un estrés alto.

Cuando un organismo está sensibilizado, como es nuestro caso, estos mecanismos de estrés, se activan cuando no toca, y nos protegen de amenazas que no son reales y se pueden encender a partir de pensamientos o creencias. Aunque también nuestras neuronas, como las células de nuestro sistema inmune, pueden activarse por sí mismas si perciben una amenaza.

Te doy algunos ejemplos para que puedas entenderme mejor: una neurona o receptor periférico puede activarse ante un roce, una presión en tu piel y avisar al cerebro de una amenaza que como ves no es real. O también un glóbulo blanco puede encontrarse con un polen o un fruto seco y considerar esto como amenazante y activar el programa de protección que en este caso sería una reacción alérgica. Estos son casos de reacciones sin peligro real, reacciones por sensibilización.

También por otro lado, tenemos una sociedad caracterizada por la velocidad, la tensión, el estrés, la fatiga, el cansancio y la prisa. Esto es un caldo de cultivo perfecto para que nuestro sistema nervioso sea más susceptible de presentar dolor persistente.

Yo soy una persona PAS (persona altamente sensible), por lo que cualquier situación que para las personas en general, es normalmente tolerable, para mí se puede convertir en algo altamente estresante. Este solía ser mi estado natural incluso desde niña.

En la actualidad, probablemente porque practico Mindfulness, por mi estilo de vida y muy probablemente por la edad, me manejo cada vez mejor y cuando vivo situaciones estresantes, suelo manejarlas bastante bien. La vida es lo que tiene, sus buenos y sus malos momentos. Otra cosa es nuestra capacidad para afrontarlos de una o de otra manera.

Pero lo que sí he podido comprobar es que cuando por diferentes circunstancias me estreso o entro en ansiedad, aumentan mis picos de dolor. Seguro que tú también lo habrás notado.

Tratar adecuadamente el estrés en personas que sufrimos de dolor persistente nos va a ayudar sin duda en:

-La reducción de la intensidad del dolor: El manejo efectivo del estrés puede ayudar a disminuir la percepción del dolor y, en algunos casos, reducir su intensidad.

-Mejorar la calidad del sueño: El estrés y el dolor pueden afectar negativamente el sueño.

Cuando se aborda el estrés, es más probable experimentemos un sueño más placentero y una mejor calidad del sueño en general.

- Nuestro aumento de la capacidad de afrontamiento: Al aprender a manejar el estrés, las personas con dolor persistente pueden aumentar su capacidad para enfrentar el dolor, utilizando diferentes estrategias y habilidades para hacer frente a situaciones difíciles.

-Mejora el estado de ánimo: El estrés crónico puede contribuir a la ansiedad y la depresión, que a su vez pueden exacerbar el dolor persistente. Abordar el estrés puede mejorar el bienestar emocional, reducir la ansiedad y la depresión, y generar una actitud más positiva hacia la vida.

-Mejorar nuestra calidad de vida: Cuando se maneja el estrés de manera efectiva, podemos experimentar una mejora general en nuestra calidad de vida, incluida una mayor satisfacción y una vida sin tanto lío.

-Y también se previenen otros problemas de salud adicionales: El estrés crónico puede contribuir al desarrollo de diversas condiciones de salud, como enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos y un sistema inmunológico debilitado. Abordar el estrés de manera adecuada puede ayudar a prevenir la aparición de estas afecciones adicionales.

Una de las cosas que he aprendido a lo largo de estos años, es la diferencia entre estrés o ansiedad. Es importante distinguirlo, aunque a veces las situaciones van tan rápidas que pasan al mismo tiempo. Y es importante distinguirlos, para saber qué es lo que nos puede ayudar en cada situación.

Imagina que estás sol@ en casa, es de noche y de repente escuchas unos de golpes que no te resultan familiares, ¿Qué sucede en ese momento en tu organismo? Pues, que el sistema nervioso autónomo pondrá todos tus sentidos en alerta: la vista, el oído, etc. Esto sería ansiedad, que es el primero que se activa, y que además está muy relacionado con el miedo. Pero ¿qué pasa si pasan los minutos y sigues sin saber de dónde viene ese ruido? Allí es cuando entra en juego el estrés, ya que se accionarían directamente nuestros sistemas nervioso y endocrino.
Ante la situación comenzaríamos a segregar adrenalina y noradrenalina, que son las hormonas de la ansiedad y también cortisol, que es la del estrés, lo que nos dará un extra de energía por si necesitamos luchar o huir.

Este ejemplo nos da una idea de la importancia que tiene el estrés para nuestra supervivencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, ese estrés y esa ansiedad son injustificados y estímulos mucho más sutiles y hasta inexistentes pueden encender estos mecanismos, por ejemplo, amenazas futuras, es decir que tu creas y tengas miedo a que determinadas cosas sucedan, el hambre, la sed, estrés físico, emocional o por dolor.

Teniendo esta información, ya tienes datos suficientes para saber cada vez que te encuentres con situaciones que te puedan alterar, si lo que estás sintiendo es estrés, que es el que se encargará de reequilibrar tu organismo, o si por lo que estás pasando es ansiedad, mediante la cual intentarás encontrar una solución, o si estás viviendo ambas cosas a la vez.

En función de lo que requiera cada situación, vas a poder disponer de diferentes recursos.

Así que vamos a ello.

Para la gestión del estrés en el momento que lo sientas, es importante pararte a respirar. Respiraciones profundas y completas; inhalando por la nariz profundamente y soltando despacito por la boca. Es importante que comiences la inspiración en tu abdomen y que poco a poco vaya subiendo a tu diafragma y que termine en tus pulmones para después ir soltando el aire poco a poco por la boca. También es fundamental que centres toda tu atención en ese momento, única y exclusivamente a tu respiración.

Cuando ya estemos hablando de una situación mantenida en el tiempo y que tu estrés de alguna manera no sea justificado por una situación de supervivencia, es decir que tu estrés se haya cronificado, te invito a que sigas con las relajaciones y meditaciones que ya forman parte de esta propuesta (mira de nuevo Parte 6). Y si te decides a profundizar en el Mindfulness y lo practicas, estoy segura de que poco a poco serás capaz de reducir tu estrés, ya sea un estrés por tu estilo de vida o un estrés causado por el mismo dolor de la fibro.

En posteriores publicaciones profundizaremos más en ello.

Y sobre la ansiedad, que ahora ya sabes que es la respuesta a una amenaza que puede ser real o imaginaria, es importante que te hagas preguntas tales como: ¿Tiene solución? Y si la tiene ¿depende de ti? Si la respuesta es que sí ¿cuál sería la mejor de las posibles soluciones? Y la pregunta quizás más dura, pero que sin duda es la más importante ¿realmente estoy dispuesta/dispuesto a hacer todo lo posible por solucionar la situación? ¿realmente me compensa? Lo más importante, una vez que ya tengas respuestas a estas preguntas es asumirlas y aceptarlas.

Si te das cuenta estoy hablando de AFRONTAR EL PROBLEMA O LA SITUACIÓN. Tomar conciencia de lo que estás sintiendo y de lo que te está pasando sin tapujos, con honestidad y sinceridad. Parar y hacerte estas preguntas estoy segura de que te ayudará mucho. De lo contrario es cuando corremos el riesgo de que se convierta en algo crónico, fíjate si es importante el tomar conciencia y sobre todo las riendas de lo que nos sucede. Ya sabes mi máxima:

"Siempre hay algo que podemos hacer, siempre hay algo que podemos cambiar."