Secuestro emocional y fibromialgia: ¡¡tu amígdala tiene la culpa!!!

18.10.2022
Hoy me gustaría hablarte sobre las emociones más habituales en procesos de dolor crónico como en el caso de la fibromialgia y los mecanismos mentales que nos ocurren. El hacernos conscientes de cómo funciona todo este proceso, ya en sí es un gran paso a la hora de trabajar nuestras emociones. Así que vamos a ello...

Cuando tienes una emoción fuerte, impactante, negativa como un susto un conflicto o algo que te sienta mal o simplemente estás estresada/estresado; hay una zona en el cerebro, la amígdala, que es como una almendra que está más o menos en el centro de nuestra cabeza. Esta amígdala es la parte más involucrada en los temas emocionales.

Ante estas situaciones, esta amígdala tiene la capacidad de secuestrar, bloquear, a la zona del cerebro que se encarga de tus procesos mentales, de tu memoria, de tus capacidades cognitivas, pero también se encarga del control de tu conducta y de tus emociones. Esta zona es la corteza cerebral.

Mientras la amígdala tiene secuestrada a la corteza cerebral, tu solamente vas a procesar y por lo tanto a tomar conciencia de la información que da la razón a la amígdala. Es decir; si tú te enfadas conmigo, la amígdala sólo va a manejar recuerdos de todas las veces que te he fallado y entonces va a activar la rumiación: "Porque me hizo esto y aquello, y esa vez que..." Y cuando por lo que sea te viene algún recuerdo como: "Mira, que no, que en el fondo es buena gente, que aquello fue un mal momento que tenía..." La amígdala automáticamente bloquea ese pensamiento.

Lo mismo nos pasa con el dolor: Si nosotras habitualmente por nuestra experiencia de dolor casi continuo, estamos en un estado emocional negativo, con emociones de frustración, enfado con la vida, agotamiento emocional, etc. (cada cual lo vivirá a su manera). Y además pendientes casi todo el tiempo de todo lo que nos duele, nuestra amígdala se encarga de que constantemente mantengamos y alimentemos esas emociones de victimismo, indefensión, rabia, frustración o a cada cual la que sea. Y eso hace que nuestro pensamiento, sin que nos demos siquiera cuenta, esté la mayoría del tiempo en un estado de rumiación, lo que alimenta todavía más esas emociones negativas.

Uno de los mayores obstáculos que se nos presenta a las "padecientes" de fibromialgia, es la aceptación de la enfermedad, y el miedo a que nunca se nos pase. Estamos deseando que se nos pase lo más rápido posible y nos solemos frustrar y enfadar.

Yo personalmente, entraba en una espiral de búsqueda para ver qué es lo que me había causado el brote; si lo que había comido o bebido, si el enfado con alguien, si porque no estaba haciendo lo suficiente. Y entraba en una espiral de autocrítica e incluso en ocasiones de culpabilidad.

Era frustrante y además lo único que hacía era crear todavía más malestar físico, más estrés y dolor. Estaba inconscientemente, reforzando mi dolor, estaba dándole la razón a mi cerebro. Pero lo peor de todo es que con esa actitud, lo que hacía es que estaba alimentando que mi cerebro activara cada vez más los mecanismos de protección y que eso se convirtiera en una historia interminable y que se retroalimentaba.

Cuando comencé a tomar conciencia de todo esto, también percibí que la energía sigue al pensamiento, me explico: si mi pensamiento es frecuentemente negativo, en mi vida habrá siempre una tendencia a lo negativo. Si mis pensamientos están en el dolor, atraeré más sensaciones de dolor. Si me revuelco en el miedo, viviré detectando mil amenazas... Aquello en lo que pensamos habitualmente, colorea nuestra experiencia de cada día.

Si estás siguiendo las publicaciones de este fibroblog, ya serás consciente, y la ciencia así nos lo confirma, que a través de nuestros hábitos y a través de la intención, podemos transformar nuestro propio cerebro, ya que esos hábitos van a esculpir y a crear nuevas conexiones entre nuestras neuronas y estas conexiones van a ser al final las que ofrezcan datos e información a nuestro cerebro para que al final vaya tomando decisiones que van a repercutir directamente en nuestras vidas, en nuestra realidad. Te recomiendo que leas, si aún no lo has hecho, las publicaciones "Fibromialgia y Neurociencia: Tu cerebro está equivocado" la parte I y la parte II.

Por otra parte, también se sabe que nuestra realidad es aquello a lo que yo presto atención. Todos somos narradores de nuestra propia vida. Existen mecanismos neuronales que intervienen en nuestro propio diálogo interior, en nuestros pensamientos, sin que nosotros lo busquemos, es algo de lo que en principio no tenemos control, se activa por sí solo.

Se ha comprobado que ese diálogo interior es en un 70% autobiográfico, es decir; soy yo contándome cosas, siendo yo la protagonista. Se supone que la función de ese diálogo es la de reforzar la idea que yo tengo de mí misma.

En el caso de las personas que padecemos fibromialgia, en general, pasamos mucho tiempo en ese diálogo interior, en esa idea del yo, reforzando inconscientemente la idea de persona enferma, limitada, etc....

Esto como ya sabemos, repito es totalmente inconsciente, ya que nuestro cerebro, y a estas alturas ya lo deberíamos tener muy claro, se está basando en informaciones más o menos tóxicas que recibimos, en creencias no realistas y demás informaciones que son las que dan por resultado esa imagen autobiográfica, que ahora ya sabemos que no es la realidad. Nuestro organismo está sano y es el error evaluativo de nuestro sistema, de nuestro cerebro el que está errado.

Bueno, entonces ¿qué podemos hacer cuando nos demos cuenta de que estamos en un estado de rumiación y estamos a merced de nuestra amígdala?

Una de las formas de callar la amígdala es, por ejemplo, centrarte en las sensaciones de tu cuerpo, es decir, centrarte en relajar el cuerpo en general o si tienes un dolor más fuerte, más agudo, relajar esa zona, ese dolor.

A mí me funcionaba muy bien una vez relajada sonreírle al dolor, concretamente a la sensación del dolor y mantener la atención en respirar en esa parte del cuerpo. Repito, no hay que quedarse en la sensación del dolor, sino en la sensación de relajación y de alivio que se produce casi automáticamente cuando sonríes, respiras con tu atención en esa zona y aceptas ese dolor. Te invito a que lo pruebes porque realmente funciona.

En general. Es más fácil coordinar lo corporal que lo mental, incluso para nosotr@s. Si en esos momentos de rumiación, bajas la atención a tu cuerpo, a tus sensaciones, automáticamente la acción de la amígdala baja.

Otra forma también que funciona estupendamente es practicar regularmente Mindfulness en sus dos formas de prácticas; práctica formal (meditación) y práctica informal (desarrollar diferentes ejercicios en nuestra actividad diaria). Se ha comprobado que, practicando Mindfulness o solo meditación, se refuerza y crece la corteza frontal y eso hace que la amígdala tenga menos capacidad de secuestrarla, lo que nos va a hacer más conscientes de todas esas reacciones emocionales.

Dicho todo esto quiero comentarte una cosa que a mí al principio cuando empecé a poner en práctica todo esto me pasaba; y es que muchas veces me empecinaba en reprimir algún pensamiento y entraba en una lucha que lo único que conseguía era reforzar más y más ese pensamiento. Ten en cuenta que nuestro cerebro siempre gana cuando mantenemos una lucha con él, te lo digo por experiencia y porque está demostrado que es así siempre.

Afortunadamente ya he aprendido a observarlo sin enfadarme, sin obsesionarme, simplemente lo observo, sin pensar en nada, sin entrar en el bucle y te aseguro que esa es la única manera que ese pensamiento va a perder fuerza. Por eso la práctica del Mindfulness ha sido y está siendo tan fundamental a la hora de afrontar este reto de sacar a mi cerebro de su error. 

Como siempre te invito a que no me creas, y a que intentes comprobar por ti mism@ todo lo que te cuento...